Quién fue Emil Zátopek y cuál su influencia en el running

Emil Zátopek, un nombre que puede sonar extraño para muchos, pero que sin embargo fue uno de los atletas más destacados del siglo XX. Fue un corredor checo que se convirtió en ícono icónico en la historia del running y su influencia aún sigue sentida hoy en día.
El mundo del atletismo es rico en leyendas y hazañas épicas, pero Emil Zátopek es uno de los nombres más resonantes de ellos. Su carisma personal, sus logros impresionantes en las pistas deportivas y su manera única de correr hicieron que se convirtiera en una figura casi mítica dentro del mundo del running. Su legado sigue siendo celebrado por millones de aficionados al atletismo de todo el mundo.
En este artículo vamos a hablar sobre la vida y las hazañas de Emil Zátopek, su técnica única, sus logros en los deportes olímpicos y cómo su influencia sigue llegando hasta nos hoy. Descubrirás, sin dejar de estar asombrado, cómo todo este personaje maravilloso cambió para siempre la faz del atletismo.
El origen y el ascenso
Emil Zátopek nació en 1922 en la pequeña ciudad checa llamada Kopřivnice (Moravia). A muy joven empezó a interesarse por practicar deportes, en un principio fue corretano aficionado, pero pronto pasó al atletismo dedicado.
Comenzó su carrera como corredor en 1944 con una carrera de cuatro mil quinientos metros. Ingresó entonces al Ejército Checo donde practicaba también el cross y entrenación física. Su talento rápidamente llegó a las categorías superiores, para finalmente convertirse en uno de los corredores más valiosos dentro del mundo olímpico.
Con la posterior guerra que viviría su país y la ocupación alemana que se produjo entre 1939 hasta el año 1945 Emil se vio obligado a dejar su dedicación deportiva. La situación de la guerra y la lucha por la supervivencia lo apartó de las pistas durante algún tiempo, pero nunca abandonó su entrenamiento.
Cuando volvió al deporte, después de la liberación que produjo el fin del conflicto mundial en 1945 Emil empezó a participar con éxito en competiciones de medio fondo, ya desde un primer momento demostrándose superior a sus compatriotas y rivalizando también bastante bien con corredores de otros países. Su ascenso fue tan prontos que hasta antes de la liberación había llegado a representar a su país en los deportes olímpicos.
Técnica singular y récords mundiales

En aquella época, a mediados del siglo pasado, las competiciones eran a menudo distancias muy largas que requerían un tipo especial de técnica. A Emil ya entonces era conocido por ser uno de los mejores corredores de su país en competiciones de fondo dentro del atletismo olímpico.
El estilo peculiar de su carrera lo marcaba el uso casi permanente sus músculos isquiotibiales (los dos músculos que se sitúan a la parte posterior de los lados de nuestras piernas) y una larga cadencia de tijeras, característica que le convertía en uno de los corredores más notables que existían mientras practicaban este deporte. Para conseguir dichos resultados tan destacados sus técnicos checos tenían también gran participación.
Esto lo convertía en un excelente competidor y rápidamente empezó a establecer nuevos récords tanto nacionales como internacionales. Este rendimiento excepcional le hizo ganar tres medallas de oro olímpicas consecutivas, todas ellas en las olimpiadas de Helsinki (1952), Melbourne (1956)** y Roma (1960).
Las distancias logradas son inalcanzables para la gran mayoría de corredores. En dichas competiciones superó también el límite de la pista en varias ocasiones rompiendo así el récord olímpico. Emil se convirtió prácticamente inigualado y su fama como atleta empezaba a tomar cuerpo, ganando cada vez más reconocimiento para dentro de las pistas.
De la gloria a la enfermedad

Después de la celebración en Roma (1959) y alrededor del año 1960 Emil Zátopek se retiró definitivamente. La caja de los sueños ya no estaba llena y aunque siempre fue un gran corredor dejó para la ciudad de Praga un magnífico legado, incluso después de su muerte.
El atletismo tuvo a su nuevo rey durante algunos años. Al principio todo parecía ir bien en esta etapa final de vida para Emil Zátopek. No obstante, las cosas empezaron a cambiar debido a una enfermedad grave: la fibrosis quística.
Esta enfermedad rara que aqueja tanto al sistema respiratorio como también a la circulación intestinal produjo que Emil tuviera muy mal los pulmones y estuviera constanmente enfermo. Su cuerpo ya no podía entrenar como antes, por lo cual empezó también a dejar el atletismo oficial.
Emil Zátopek murió en 2000 a la edad de 77 años víctima de esta enfermedad tan temida que le impidió vivir una vida larga y próspera. Su cuerpo se quedo definitivamente y su legado, un herencia espiritual para millones de aficionados al atletismo.
El legado perdurable
En la ciudad de Ostrava en checoslovaquia tiene el nombre de Emil Zátopek Estadio dedicado a este gran héroe olímpico. Este estadio donde se celebran muchas competiciones internacionales cada año es un claro ejemplo de reconocimiento que le han dado a estos ojos de aficiónados.
Los documentales y películas hechas sobre su carrera como corredor son innumerables, lo mismo que los cuentos dedicados en revistas y periódicos checos. No hay sitio ni ciudad donde la gente no hable, admire e incluso imite a este gran atleta olímpico.
Muchas paises incluyendo el propio equipo de atletismo Olímpico tienen una placa o monumento conmemorativo en honor su muerte e influencia. Un claro ejemplo es la dedicada y homenajeada placa colocada sobre su tumba, que recordará para siempre sus grandes hazañas y triunfos obtenidos en estas históricas competiciones deportivas que le dieron fama a lo largo del mundo.
Conclusión

En el mundo del atletismo todo un legado perdurable tiene Emil Zátopek. Es considerado uno de los atletas más buenos de la historia. Su influencia no se ha olvidado y cada vez que corren en esta noble disciplina, muchos deportistas recordarán a este gran hombrecito cuyo esfuerzo los hizo ver un nuevo mundo.
Este pequeño texto con una gran cantidad de información sobre su carrera ya es parte del legado y también herencia inmaterial de esta histórica y memorable persona olímpica. Su muerte dejó vacío dentro de las pistas como una nube que desaparece, pero lo hará siempre estar en nuestras imaginaciones.
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