Por qué unos individuos sudan más cuando corren bajo el calor

La producción de sudor cuando se sale a correr en verano depende de una variedad de factores. La diferencia genética entre individuos, la tasa metabólica, el nivel de entrenamiento con actividad física regular, la tolerancia al calor, así como los factores hormonales y emocionales influyen en cuánto se sudorea durante un ejercicio intenso bajo altas temperaturas.
Debido a que todos tenemos diferentes características genéticas y físicas, es natural preguntarse por qué unos individuos sudan más cuando corren bajo el calor. Hay muchos factores que contribuyen a esto y entenderlos puede ayudarnos a mejorar nuestro desempeño en las condiciones climáticas adversas. En esta publicación, exploraremos algunos de los principales factores que influyen en la producción de sudor durante un ejercicio intenso.
Algunas personas son más propensas a sudar debido a su metabolismo basal. Esto se debe a que sus cuerpos requieren una mayor cantidad de energía para mantenerse en el equilibrio, lo que resulta en más calor y, por lo tanto, más sudor. En contraste, aquellos con un metabolismo basal más lento pueden sentir la necesidad de sudar menos.
Otro factor importante es la tolerancia al calor. Las personas que viven en climas cálidos durante todo el año pueden desarrollar una mayor resistencia a las temperaturas elevadas y requerir menos sudor para enfriarse. Esto se debe en parte a cambios en sus niveles hormonales, particularmente en cuanto va concerniente a la hormona anterior y la secreción estimular de tiroides.
Por último, la genética también juega un papel importante en la tolerancia al calor y capacidad de enfriarse a través del sudor. Las investigaciones han demostrado que una gran cantidad de los genes involucrados en el sistema termorregulador se heredan de los padres.
Genética y variabilidad individual

La genética determina cómo nuestro organismo utiliza varias sustancias para regular las tasas de sudoración. Por ejemplo, algunas personas tienen un tipo del receptor pituitario de la vasopresina (V2R), mientras que otras tienen el V2A. El uso principal este último es producir suero e insuficiente agua libre, con un efecto desapacible cuando se necesita.
Hasta el momento, solo tres genes de diferentes proteínas han sido identificados como contribuyendo a las diferencias individuales en la sudoración. Una de estas proteínas está relacionada a la estimulación de glándulas y otra con cierta inhibición del transporte salino. Los otros dos genes contribuyen a una mayor o menor expresión.
Debido al hecho que todos nacemos con diferente constitución física, esta variabilidad individual también influye en cuánto sudamos cuando nos desplazamos bajo altas temperaturas. La altura y el peso corporal pueden influir en la superficie superficial de nuestra piel, lo cual es un factor significativo para calcular al tiempo exacto de evaporación del agua del ser humano.
El tipo de piel puede resultar en cambios importantes en la sudoración durante días nublados versus sol brillante. Esto se debe a que las variaciones ambientales afectan cómo una persona perdona el vapor, siendo esto un proceso conocido como transpiración por convección forzada o evaporación del tipo convectivo.
Hay muchos factores de diferencia individual más allá de su metabolismo basal y la genética. La edad también juega un papel importante en nuestra capacidad para tolerar temperaturas cálidas. En general, nuestros cuerpos se vuelven más efectivos al enfriarse con el tiempo debido a una mayor circulación sanguínea.
Al hacer ejercicio bajo altas temperaturas, algunos de nosotros sentimos que nos sudamos menos que otros. Esto puede deberse a diferentes factores como la condición física o nuestra edad. Los estudios han encontrado que la edad tiene un efecto claro en las tasas de sudoración y que, cuanto mayor es una persona con los años, más rápido sudará.
Debido a lo mencionado anteriormente el entrenamiento físico puede hacer algo por ayudar con esto pero no será igual al de algunas personas nacidas para correr en caliente. Es importante destacar también eso estos cambios se ven en gran medida influidos por otros elementos como nutrición, hidratación y el estado emocional.
Adaptación y entrenamiento físico

Aunque hemos hablado sobre cómo la genética puede influir en nuestra capacidad para sudar, ¿qué sucede cuando somos entrenados físicamente más intensamente? En realidad, hay una gran cantidad de investigación que muestra que un mayor nivel de condición física puede mejorarse mucho.
Los entrenamientos repetidos mejoran nuestro desempeño en el calor. Algunas personas sienten esto casi inmediatamente, a pesar de saber cuánto sudorían después hacer ejercicio antes del entrenamiento físico y sus cambios se van incrementando cada vez más al aumentar sus horas de entrenamientos regularmente.
Aunque una mejor condición física pueda ayudar a reducir la cantidad de sudor que producimos, existen muchos factores adicionales para entender esto. El grado y tipo del calor son los principales determinantes aquí, sin embargo, también otros componentes como el viento y la humedad juegan sus papeles en este escenario.
Por lo tanto, cuando se trata de correr bajo altas temperaturas, los cambios debidos a entrenamiento físico no se verán tan fácilmente. Esto puede atribuirse a una menor diferencia entre la sudoración después del entrenamiento regular y el antes, especialmente para aquellos individuos que ya habían realizado este tipo de actividad en años anteriores.
Tolerancia al calor
Como mencionamos anteriormente las personas con experiencia de hacer ejercicio bajo alturas significativas en temperaturas altas podrán desarrollar mayor tolerancia para este tipo de comportamiento. Por lo tanto, será normal que un corredor experimentado termine perdiendo un menor volumen de sudor durante su actividad física.
El proceso se logra mediante un mecanismo llamado aclimatización calórica, que da como resultado cambios en nuestra capacidad a mantenerse en equilibrio. Esto se debe principalmente al aumento en los niveles de vasopressina y adrenocorticotrópico, cuyo metabolismo es mucho más efectivo.
Sin embargo, la mejora en nuestra tolerancia al calor también puede verse obstaculizada por factores como los cambios climáticos y el impacto negativo en nuestro sistema termorregulador debido a períodos de sequías o altas temperaturas que se desencadenan con mayor frecuencia con estos eventos. Por lo tanto, no hay lugar a dudas para desarrollar un esquema más eficiente para controlar los elementos desagradables en este ambiente tan caluroso.
Factores hormonales
El sistema endocrino también juega un papel importante al influir en nuestra capacidad para sudor. Por lo tanto, la hipófisis y la glándula suprarrenal producen dos hormonas: adrenocorticotrópica e adrenalina. Estas contribuyen a regular el sistema termorregulador de nuestro cuerpo.
Estos elementos son liberados en situaciones de estrés emocional o físicas extremadamente peligrosas como la temperatura humana del medio ambiente para que nuestros cuerpos puedan responder más rápidamente. Esto significa mejorar nuestra capacidad para sobrevivir a través del cambio de nuestro ritmo cardiaco, reducción en la frecuencia respiratoria y un aumento en el flujo sanguíneo superficial.
Finalmente, también podemos mencionar algunas hormonas que participan con mucho interés cuando las cosas se ponen feas en ese ambiente tan hostil al cuerpo humano. En este caso nos referimos a la testosterona que ayuda en los aspectos musculares y insulina que regirá nuestro consumo de energía.
Conclusión

Considerando todos estos puntos hay una variedad enorme de elementos influyentes que pueden afectar nuestra respuesta general ante las temperaturas cálidas. Es posible, por lo tanto, observar estos cambios en algunas personas pero definitivamente otros no experimentaran nada de esto.
Deja una respuesta